lunes, 16 de agosto de 2010

ABORDAJES

El peligro de choque en la navegación (Abordajes)
He visto dos barcos de veintitantos pies chocar por mirar a una chica en bikini que iba sentada sobre el balcón de otro barco.
Sucedió en la desembocadura del Río Luján, frente al Club Náutico San Isidro, un verano reciente. El velero donde se lucía la sirena salía a motor. Los otros dos, a vela y en bordes opuestos, cruzaron por su popa y cerca, quizás para verla mejor. Donde no miraron fue por debajo del genoa. La colisión, de lleno, fue estrepitosa. Pero tuvieron suerte, no se hundieron ni perdieron el mástil. Dadas las circunstancias, para el público ocasional que percibió esa situación en particular, hasta fue cómico. Pero las colisiones entre barcos no son cosa cómica. Menos mal que son poco frecuentes.
Podríamos decir que no son tan infrecuentes los toques, raspones y hasta los abordajes violentos entre barcos que participan en regatas. Las regatas son un juego con sus propias reglas, bastante complicadas, que otorgan algunos derechos y ventajas o castigan infracciones con penalidades. Confundir las reglas de regatas con las que prescribe el Reglamento Internacional para Prevenir los Abordajes (RIPPA) es un error grave y lamentablemente habituales entre algunos veleristas que creen que se las saben todas.
Hay que tener bien claro que el reglamento de regatas se aplica únicamente entre los barcos que están participando de la misma o diferentes competencias simultáneas y, valga la salvedad, únicamente mientras haya luz diurna. Las reglas del RIPPA, en cambio, valen para todos los demás. Tanto es así, que clasifica a todas las embarcaciones por orden de categorías que deben ceder el paso a las otras categorías, a saber:
• las embarcaciones propulsadas a motor le cederán el paso a• las propulsadas a vela, que le cederán el paso a• las dedicadas a la pesca (no deportiva), que le cederán el paso a• las que se encuentran con maniobra restringida (incluyendo las restringidas por su calado y las que van por pasos y canales angostos), que le cederán el paso a• aquellas que se encuentran en situación de buque sin gobierno.
Desde ya que el riesgo de abordaje, sinónimo de colisión entre barcos, puede darse entre embarcaciones de la misma categoría, por ejemplo entre dos lanchas a motor o entre dos barcos que van a vela. Para eso el RIPPA enuncia en su sección de reglas de timón y de ruta quién debe ceder el paso y quién debe seguir a rumbo.
¿Observó el detalle? El RIPPA no dice que alguno de los barcos tiene derecho de paso o prioridad sobre el otro. Lo que destaca esta ley internacional tan sabia es cuál de los barcos tiene que ceder el paso. Esta sutil diferencia entre el RIPPA y el reglamento de regatas es crucial, hay que metérsela en la cabeza de una vez y para siempre y todos los instructores de yachting a vela y a motor deberían resaltarla en los cursos que dictan.
Ninguna regla da derecho a chocar o a provocar un riesgo. La embarcación que deba ceder el paso procurará no cortar la proa de la que sigue a rumbo, vale decir que aminorará la velocidad y procurará pasarle por la popa. El otro no tiene derecho a hacer monerías erráticas; lo que dice la ley es que mantendrá su rumbo y velocidad. No obstante, puede actuar para evitar el abordaje con su propia maniobra tan pronto le resulte evidente que la maniobra de aquel que debería apartarse es impropia o insuficiente.
El mismo texto dice que toda maniobra que se efectúe para evitar un abordaje será llevada a cabo en forma clara, con la debida anticipación y respetando las buenas prácticas marineras. El mismo texto dice cuáles son esas buenas prácticas marineras.
No todos los que ignoran las reglas vigentes son novatos, algunos son viejos lobos de mar. Parece mentira pero todavía hay gente que cree que todos los veleros que van de escotas abiertas tienen que ceder el paso a los que van ciñendo. Eso no existe más, es historia antigua, lo que vale es de qué costado reciben el viento. El RIPPA fue modificado sustancialmente en la década del ’70 del siglo pasado. Hay que ponerse al día, el RIPPA no muerde, aproveche un día de lluvia y léalo. Es un error común de algunos timoneles de veleros, pensar que son intocables frente a los cruceros y lanchas. Primero que nada, recuerden que su barco solamente revista como velero si no está yendo propulsado a motor. Después recuerde que aunque vaya a vela pura, debe ceder el paso a los que van a motor por canales y pasos angostos o que por cualquier motivo estén restringidos por su calado o en su maniobrabilidad. Y recuerde que no les puede virar inopinadamente delante de la proa, que el velero no tiene prioridad sino obligación de conservar su rumbo y velocidad para que el que va yendo a máquina lo esquive fácilmente.
Atención a no dejar el piloto automático funcionando y sin vigilancia. He visto barcos que así han embestido la costa y bajofondos, pero si se encuentran con otro distraído puede ocurrir una colisión grave. Es esencial dominar el horizonte con la vista. Procure no estibar el bote o la balsa salvavidas delante del puesto del timonel. Dé una mirada periódicamente a ver qué viene detrás de las velas de proa de pie bajo. En todo caso, en aguas muy transitadas lleve el genoa con algunas vueltas de enrollador tomadas para que quede más alto que el púlpito. En las timoneras cubiertas navegue a oscuras y evite los reflejos en los parabrisas.
Lleve colocada una pantalla reflectora de radar permanentemente y cuando la vi-sibilidad esté restringida por lluvia o niebla, encienda las luces de navegación, aun de día. En barcos cuyo porte y precio permita colocar un radar, téngalo y úselo. Es especialmente útil allí donde haya tráfico comercial, para ver a los demás y porque la señal que emitimos nos hace más visibles que un simple eco pasivo en los radares de los buques.
En alta mar, el tráfico es cada vez mayor y aún respetando las buenas prácticas marineras, al riesgo de colisión no hay que menospreciarlo. Durante la primera quincena de abril de 2010 vine navegando desde Ushuahia a Buenos Aires en velero y nos tocaron muchos días de viento norte con las consiguientes neblinas. Tiramos bordes muy afuera, cerca de las islas Malvinas. Por allí hay muchos pesqueros chinos. A veces conviene preguntarles cuál será su maniobra, estando atento a la radio VHF por canal 16 y sabiendo hablar inglés. Nos entreveramos también con pesqueros argentinos en toda la zona comprendida entre las latitudes de la Península de Valdés y Mar del Plata. Hay que andar muy atentos a lo que hacen los que van siguiendo cardúmenes. Navegando de vuelta encontrada, ellos mismos nos han llamado para combinar por ejemplo “roja con roja”, que es una manera sencilla de asegurarse que cada uno caerá a estribor dejando pasar al otro por su propia banda de babor.
En determinado momento, una noche de mucha llovizna y neblina, teníamos en la pantalla del radar tres ecos, uno a proa, otro a babor y otro a estribor, todos a dos o tres millas de distancia, moviéndose. Nosotros ceñíamos con rizos y vela chica en proa rumbo al noreste; yo veía acortarse las distancias. Ya los habíamos oído conversar entre ellos, el capitán de uno se llamaba Jorge, el de otro era una dama. Sí, una señora muy marinera ella, que se llamaba Nancy. Me identifiqué por el nombre y las coordenadas de nuestro barco y pregunté si íbamos bien o qué querían que hiciera. Les comenté que prefería no maniobrar si no era imprescindible porque mi único tripulante estaba fuera de guardia y dormía. Nancy dijo que no nos veía en el radar. Jorge le avisó que estábamos dos millas a babor de ella navegando paralelos y que mantuviéramos nuestro rumbo porque él estaba levantando redes y saldría del paso enseguida. Se mantuvo el suspenso hasta que tuve su eco a una milla, que navegando a seis nudos se recorre en apenas diez minutos. Jorge nos llamó y gentilmente avisó “seguí tranquilo, che, yo levanté todo y ya voy rumbo al norte”. Nos saludamos con deseos de buenos vientos y de buena pesca. Creo que además de conocer las reglas y de ir con los ojos y las orejas bien abiertas, es importante, para evitar los abordajes, recordar que los buques no son fantasmas, los tripulan seres humanosPor Hernán Luis Biasotti
26/07/10BIENVENIDO A BORDO